Con María

INTRODUCCIÓN

Nos disponemos a esta celebración con el corazón abierto, como el de María, a escuchar la voluntad de Dios y a practicarla. Ella es hoy ejemplo para nosotros y nos acompaña, nos lleva como niños en sus brazos, para que podamos cumplir la voluntad de su Hijo Jesucristo.

CANTO DE ENTRADA

https://www.youtube.com/watch?v=yiRuZloI6d0

LECTURA DE LA PALABRA: Mc 3, 31-35

Llegan su madre y sus hermanos, y quedándose fuera, le envían a llamar. Estaba mucha gente sentada a su alrededor. Le dicen: «¡Oye!, tu madre, tus hermanos y tus hermanas están fuera y te buscan.» Él les responde: «¿Quién es mi madre y mis hermanos?» Y mirando en torno a los que estaban sentados en corro, a su alrededor, dice: «Estos son mi madre y mis hermanos. Quien cumpla la voluntad de Dios, ése es mi hermano, mi hermana y mi madre.»

COMENTARIO DEL EVANGELIO: Homilía del Papa Francisco 25 Septiembre 2014.

Los familiares de Jesús son, pues, «los que escuchan la palabra de Dios» y «la ponen en práctica». Por eso hemos rezado en el salmo: “Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos”, de tu palabra, de tus mandamientos, para practicarlos».

Pero si sólo echamos un vistazo al Evangelio —aclaró el Pontífice—, entonces «esto no es escuchar la palabra de Dios: esto es leer la palabra de Dios como se puede leer una historieta». Mientras que escuchar la palabra de Dios «es leer» y preguntarse: «¿Qué dice esto a mi corazón? ¿Qué me está diciendo Dios con esta palabra». En efecto, sólo así «nuestra vida cambia». Y esto se produce «cada vez que abrimos el Evangelio y leemos un pasaje y nos preguntamos: “¿Dios me habla con esto, me dice algo a mí? Y si me dice algo, ¿qué me dice?”».

Esto significa «escuchar la palabra de Dios, escucharla con los oídos y escucharla con el corazón, abrir el corazón a la palabra de Dios». Al contrario, «los enemigos de Jesús escuchaban la palabra de Jesús, pero estaban cerca de Él para encontrar un error, para hacerlo tropezar» y hacerle perder

«autoridad. Pero no se preguntaban nunca: “¿Qué me dice Dios a mí con esta palabra?”».

Además, añadió el Pontífice, «Dios no sólo habla a todos, sino también a cada uno de nosotros. El Evangelio se escribió para cada uno de nosotros. Y cuando tomo la Biblia, tomo el Evangelio y leo, debo preguntarme qué me dice el Señor a mí». Por otra parte, «esto es lo que Jesús dice que hacen sus verdaderos parientes, sus verdaderos hermanos: escuchar con el corazón la palabra de Dios. Y

luego, dice, “la ponen en práctica”».

Ciertamente, reconoció el Papa Francisco, «es más fácil vivir tranquilamente, sin preocuparse por las exigencias de la palabra de Dios». Pero «también este trabajo lo hizo el Padre por nosotros». En efecto, los mandamientos son precisamente «un modo de poner en práctica» la palabra del Señor. Y lo mismo vale para las bienaventuranzas. En ese pasaje, observó el Papa, «están todas las cosas que debemos hacer para poner en práctica la palabra de Dios». En fin, «están las obras de misericordia», también ellas indicadas en san Mateo, en el capítulo 25. Estos son ejemplos «de lo que quiere Jesús cuando nos pide “poner en práctica” la palabra».

En conclusión, el Pontífice recapituló su reflexión recordando que «mucha gente seguía a Jesús»: algunos «por la novedad», otros «porque tenían necesidad de oír una palabra de consuelo»; pero, en realidad, no eran tantos los que después ponían efectivamente «en práctica la palabra de Dios». Sin embargo, «el Señor hacía su obra porque es misericordioso y perdona a todos, llama a todos, espera a todos, porque es paciente».

También hoy, destacó el Papa, «mucha gente va a la iglesia para escuchar la palabra de Dios, pero quizá no comprenda al predicador cuando predica un poco difícil, o no quiere comprender. Porque también esto es verdad: muchas veces nuestro corazón no quiere comprender». Pero Jesús sigue acogiendo a todos, «incluso a los que van a escuchar la palabra de Dios y después lo traicionan», como Judas, que lo llamaba «amigo». El Señor, reafirmó el Papa, «siembra siempre su palabra», y a cambio «pide solamente un corazón abierto para escucharla y buena voluntad para ponerla en práctica. Por eso, entonces, que la oración de hoy sea la del salmo: “Guíame, Señor, por la senda de tus mandatos”, es decir, por la senda de tu palabra, para que aprenda con tu guía a ponerla en práctica».

PREGUNTAS DE REFLEXIÓN

  • ¿Qué quiere Dios de mí?
  • ¿Soy capaz de buscar su voluntad o mi propio egoísmo?
  • ¿Cómo vivo en mi día a día el discernimiento y el examen de conciencia?

GESTO

Ofrecemos esta biblia. A través de ella Dios habla al corazón de las personas. (Mientras tanto se pueden repartir diferentes citas bíblicas a cada uno que pueda llevar a casa).Que el Señor a través de su Palabra toque nuestro corazón para nuestra conversión.

PETICIONES (4-5 peticiones)

  • Por la Santa Iglesia de Dios, para que sea capaz de discernir siempre la voluntad de Dios para la salvación del mundo.
  • Por el Papa Francisco, para que siga guiando al mundo y a la Iglesia hacia una fraternidad más auténtica.
  • Por los jóvenes que están en proceso de discernimiento vocacional. Que sepan aceptar la voluntad de Dios para su felicidad.
  • Por todos nosotros, que como María seamos fieles discípulos de su Hijo.
  •  

ORACIÓN FINAL: Del Papa Benedicto XVI el jueves 8 de diciembre de 2005

Queremos agradecerte, Virgen Madre de Dios y Madre nuestra amadísima, tu intercesión en favor de la Iglesia. Tú, que abrazando sin reservas la voluntad divina, te consagraste con todas tus energías a la persona y a la obra de tu Hijo, enséñanos a guardar en nuestro corazón y a meditar en silencio, como hiciste tú, los misterios de la vida de Cristo.

Tú, que avanzaste hasta el Calvario, siempre unida profundamente a tu Hijo, que en la cruz te donó como madre al discípulo Juan, haz que siempre te sintamos también cerca de nosotros en cada instante de la existencia, sobre todo en los momentos de oscuridad y de prueba.

Tú, que en Pentecostés, junto con los Apóstoles en oración, imploraste el don del Espíritu Santo para la Iglesia naciente, ayúdanos a perseverar en el fiel seguimiento de Cristo. A ti dirigimos nuestra mirada con confianza, como “señal de esperanza segura y de consuelo, hasta que llegue el día del Señor” (Lumen gentium, 68).

A ti, María, te invocan con insistente oración los fieles de todas las partes del mundo, para que, exaltada en el cielo entre los ángeles y los santos, intercedas por nosotros ante tu Hijo, “hasta el momento en que todas las familias de los pueblos, los que se honran con el nombre de cristianos, así como los que todavía no conocen a su Salvador, puedan verse felizmente reunidos en paz y concordia en el único pueblo de Dios, para gloria de la santísima e indivisible Trinidad” (ib., 69).

Amén.

CANTO FINAL

Canto final: https://www.youtube.com/watch?v=kkVtd-kam6A

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