María sigue cumpliendo la promesa de Don Bosco

Por Julio Pedraza, sdb

 

Mi nombre es Julito, tengo 35 años, desde el pasado 8 de septiembre de 2022 soy Salesiano Coadjutor y actualmente resido en Granada. Mi relación con la Familia Salesiana es estrecha desde que comencé mi escolarización en la escuela de las Salesianas en mi ciudad natal, Terrassa, y luego continué en Salesianos. Con una vinculación muy estrecha al Movimiento Juvenil Salesiano, donde he desempeñado diversos servicios durante estos años.

¿Qué deciros sobre María? Pues que siempre me ha acompañado, aun cuando no era consciente y que ha sido ella la que me ha acercado al Señor y me ha hecho reconocer como Él estaba actuando en mi vida. Y esto no es algo en vano, creo profundamente que ha sido la Auxiliadora la que me ha acercado de su mano a Jesús. Me explicaré mejor en las siguientes líneas. Desde muy pequeño mi fascinación por Don Bosco se despertó de manera profunda. Lo sentía realmente como amigo, y estar en los salesianos era estar en casa. Por tanto, sentirme parte integrante del “mundillo salesiano” ha sido una piedra angular que me ha acompañado en todo mi crecimiento, y esto ha hecho que cada vez quiera saber más sobre Don Bosco, profundizando en él,  en su figura, en lo que representó en el Turín del ochocientos y en todo lo que se encontraba alrededor de él.

También os tengo que confesar, que desde pequeño soy un apasionado del teatro musical. Esto es otra de las cosas de mi vida que creo que el Señor ha puesto en mi corazón, porque cada año para la festividad de San Juan Bosco se representaba en la casa salesiana de Terrassa el musical de Don Bosco del 1988. Recuerdo que siempre quedaba en mi corazón y en mi cabeza las famosas líneas de la canción de María: “Me cogió como un juguete en la palma de su mano. Me miró con su sonrisa, me estrechó con un abrazo” y “¡Ella sí, lo ha hecho todo! Ya sabéis cuál es su nombre” (incluso ahora muchas veces resuenan dentro de mí). Era realmente un modo en que en los momentos de dificultad y de manera inconsciente siendo niño me llevaba hacia nuestra Madre.

Así pues, durante los años de mi infancia y mi adolescencia la Familia Salesiana de Terrassa me iba transmitiendo el amor a María y a Jesús a través de sus testimonios y de la vida de tantos y tantas que decidían seguir a Don Bosco más de cerca. De aquellos años tengo muy buenos recuerdos, días de celebración en torno a la festividad de María Auxiliadora donde reinaban la fiesta, la alegría, la celebración, el compartir y la eucaristía. Donde el espíritu de familia se sentía con más fuerza que el resto del año. Un sinfín de actividades que conseguían reunir a jóvenes, antiguos alumnos, animadores, familias, salesianos cooperadores, salesianos y salesianas, teniendo como momento especial el encuentro en torno al Señor, con la celebración de la eucaristía.

Pero todo esto solo fue una pequeña chispa que encendió en mí un gran fuego: vivir al servicio de los jóvenes a través de la educación y la evangelización. Esto me permitió conocer otras realidades, personas, movimientos y, también, diversas formas de rendir homenaje a María, de sentirla como esa vía de acceso hacia el Señor. El MJS de España también me regaló muy buenos momentos compartiendo con otros jóvenes lo que María había hecho en sus vidas o en la de sus conocidos.

Además de ser años de seguir creciendo en el conocimiento de diferentes grupos ADMA y otros grupos de la Familia Salesiana de los que pude aprender mucho sobre cómo vivir junto a la Madre. Llegados a este punto debo haceros otra confesión (esto de va de confesiones, o por lo menos de abriros un poquito mi corazón)… mi camino vocacional hasta llegar a ser salesiano coadjutor no ha sido fácil ni directo. Me resistí… ¡y mucho!. Pero por suerte el Señor nunca se dio por vencido y continuó mostrándome cuál era Su sueño para mí, trayéndome hasta aquí hoy. También debo deciros que todo lo ha hecho a través de Ella, y Don Bosco en esto me ha ayudado mucho a ser consciente…

¿Por qué afirmo esto? Pues veréis, si llegué en su día a una casa salesiana fue por María que condujo a mi familia hasta allí, porque podríamos decir que vengo de una familia no practicante en la fe cristiana, y el motivo de elegir a la escuela salesiana no se basaba en motivos cristianos. Además, otra convicción es que desde siempre me he sentido protegido bajo el manto de María, como Don Bosco prometió a sus jóvenes. Como anécdota os digo que en uno de los momentos de más dificultad que he atravesado en mi vida, la única cosa que me lleva a la calma y a la paz a mi corazón solo era el “Avemaría”, era un verdadero consuelo, aunque no era muy consciente de lo que hacía o decía, puesto que en aquella época no estaba muy familiarizado con esta oración.

Llegando al final de este breve relato, me gustaría compartir con vosotros otro de los grandes regalos que Jesús me ha hecho y me sigue haciendo: mi vocación, ser Salesiano Coadjutor. Esto me ha permitido seguir profundizando en la Auxiliadora, en la Madre de todos y todas. Todo ello mediante diversas manifestaciones en las que durante estos años de formación como salesiano, Ella y Él se han encarnado a través de personas de diferentes partes del mundo, de historias y experiencias compartidas con jóvenes y adultos, conociendo las vidas de diferentes santos, como sería el ejemplo de San Artémides Zatti, y ofreciéndome la oportunidad de largos momentos de intimidad y profundidad a través de la oración y el rosario. Siendo para mí el ejemplo y la referencia de persona creyente a la que imitar. Sintiéndola como Madre, como maestra, como guía y como acompañante del camino, siendo fuerza e impulso que me coge de la mano y me lleva hacia su Hijo, el cual me está enviando como testigo Suyo en medio de los jóvenes más necesitados que está poniendo en mi camino.

Y para acabar, me gustaría compartir con vosotros la frase que me ha acompañado en está últimos años de María, conocida por todos, pero que me ayuda a vivir de manera intensa y especial el Misterio de su Hijo: “Proclama mi alma la grandeza del Señor, se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador.” (Lc 1, 46-47)

Os dejo también algunas fotos de diferentes estatuas de María Auxiliadora que me han acompañado estos años, aunque ciertamente son muchas más las que han marcado mis momentos de oración.

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